La medicina moderna
ha concentrado sus esfuerzos en el estudio del cuerpo humano para poder curarlo
mejor el día que cae enfermo. Su camino fue incompleto desde un principio. En
la euforia del descubrimiento de las interrelaciones mecánicas y bioquímicas
olvido el siquismo y el cerebro.
De igual modo, nuestros antepasados rechazaron
por razones dogmáticas admitir el lugar central del sol, imaginándose por error
que los planetas describían trayectorias en espiral alrededor de la tierra, lo
que no solamente no tenía sentido, sino que complicaba además los cálculos
astronómicos.
Una vez que Galileo
descubrió que el sol es el astro central de nuestro sistema planetario, las trayectorias
de nuestros planetas se han vuelto a convertir en órbitas simples alrededor del
sol.
Los médicos de los
siglos o milenios pasados, marginados por nuestros médicos modernos que subrayan
así su falta de espíritu científico, basaban generalmente su diagnostico y
terapia en el contexto psíquico.
Por supuesto, no
estaban en situación de apoyar sus conocimientos con los descubrimientos de las
ciencias modernas en el plan anatómico, psíquico y bioquímico. Su experiencia
era sobre todo fruto de un itinerario psicointuitivo, juzgado hoy como “insignificante”.
Estas dos
aproximaciones son incompletas y dejan mas o menos de lado al cerebro, pero en
todo caso, el camino psicointuitivo responde mejor a la realidad. Ya vemos las
consecuencias desastrosas de una medicina dogmática, centrada únicamente en el
organismo.
Pero si no se
incluye el conjunto del campo orgánico, no hay evidentemente forma alguna de
llegar a una sinopsis sistemática y reproducible. En realidad, no hay por que
hablar de distinción rigurosa entre psiquismo, cuerpo y cerebro, ya que de
hecho es una triada constantemente sincronizada.
Siquismo – Cerebro – Órgano.
Todos los procesos y
fenómenos psíquicos están ligados y coordinados con el cerebro, que es de alguna
manera el ordenador de nuestro organismo. El cerebro es el programador,
mientras que el cuerpo y el siquismo constituyen el conjunto del órgano-diana.
En caso de una
programación óptima, el cuerpo y el siquismo se mantienen en un estado de
armonía –la clásica armonía griega-, y en caso de una programación equivocada,
el cuerpo queda afectado al igual que el siquismo. El primero bajo la forma de enfermedad,
el segundo bajo forma de depresión pánico, mal humor o alguna otra forma
retroactiva.
Además, la programación
no es en un solo sentido y si, por un lado el siquismo programa al cerebro y al
organismo, ocurre también que el cuerpo, a raíz de heridas, fracturas, etc., puede
inducir una programación automática al cerebro y al siquismo.
Para entender los
mecanismos por los cuales nos ponemos enfermos, tendremos en cuenta
constantemente esta interacción entre siquismo, cerebro y cuerpo, siendo el
cerebro el superordenador, que ha necesitado millones de años para
desarrollarse.
Nueva
medicina Germánica
Dr. Hamer
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