“Los conflictos biológicos son todos
conflictos arcaicos que tocan a los humanos y animales de modo análogo.
Antiguamente, considerábamos los problemas psicológicos como los únicos
conflictos importantes. Era un error. Los fenómenos de caída biológica, de
golpe, de curación, se producen de modo análogo en el humano como en el animal.
El enunciado de la teoría de los conflictos tiene precisamente en cuenta el
hecho que estos conflictos deban ser interanimalarios, comunes al reino animal
y a los humanos.” Dr. Hamer.
El universo es ilimitado. Lo biológico está
limitado. Lo psicológico es ilimitado. Cuando contemplamos un paisaje inmenso,
casi ilimitado, para hablar de él, empleamos palabras, palabras que están
limitadas. La fotografía que tomamos es limitada a su marco y a cierto número
de colores. Estamos obligados a amputar la experiencia.
Todo lo que podemos vivir es ilimitado. Pero
para ser conscienciado, este dato bruto pasa necesariamente por el filtro de
nuestros cinco sentidos, que tienen sus límites químicos y físicos.
También
tenemos límites culturales, que nos son transmitidos por la educación, y los
límites cognitivos del cerebro que solo puede tratar un número limitado de
datos a la vez, de aquí diversos procesos de distorsión (selección por ejemplo)
de la información.
No solo no percibimos más que una parte de la
realidad, sino que pasamos nuestro tiempo a reconstruir esta realidad en
función de nuestros filtros, que son primero orgánicos, sensoriales, biológicos,
y en un segundo tiempo, psicológicos y culturales (afectividad, valores,
creencias).
Lo vivo, inmerso en un universo infinito e
ilimitado, sólo está en referencia con experiencias que se inscriben en su
casilla biológica. Los perros que no ven el color rojo y que son naturalmente
présbitas, no pueden coger todos los matices de una puesta de sol o de un
cuadro de Van Gogh.
Tal suceso que vivimos, cualquier sea, entra
en las casillas de nuestra realidad biológica, que están en cantidad limitada.
Pero en nuestra mente se producen asociaciones entre los diferentes colores,
los sonidos, los relieves, los volúmenes, las evocaciones… Los experimentados
como los colores pueden sumarse, mezclarse, combinarse entre sí, y crear
emociones en número ilimitado.
Si me
roban el coche azul, no existe en mi biología ninguna casilla correspondiente
al coche azul robado. Sin embargo es una situación que provoca una emoción, que
es vivida y experimentada, en referencia con una
realidad
biológica.
Del mismo modo que la bola de la ruleta en el
casino ha de entrar en una casilla, del mismo modo tenemos un número de
casillas limitado y fijo. Para que el
suceso pueda ser consciente, debe entrar en una casilla de nuestra realidad
fundamental, que es biológica.
Un
suceso encuentra primero una casilla pre - existente de nuestra biología la
cual, entonces, estimula una emoción particular, una zona del cerebro y un órgano.
Un pez no puede tener miedo de ahogarse; un
ser humano no puede tener un conflicto por no saber volar. Puede tener ganas de
hacerlo, soñar, pero no hará conflicto sobre este tema.
Por estas razones, decimos que nuestros
conflictos son primero biológicos, que están vinculados a nuestra realidad
biológica.
Esto dicho, una vez inscritos en la biología,
nuestros experimentados son como los colores de una paleta: pueden mezclarse
entre sí para crear algo ilimitado, muy matizado y muy personal.
En
nuestro interior, la emoción sutil, cambiante, es una nueva creación del mundo
exterior: un mundo nuevo, único para cada ser humano, para cada instante y que finalmente
es la suma, el “esparcimiento”, la mezcolanza de todos estos experimentados
biológicos.
Volvemos a crear un mundo que no tiene nada que
ver con el mundo real, objetivo, exterior, pero que es nuestra visión del mundo,
nuestro “mapa del mundo”, que tomamos a veces por el mundo exterior, cuando
sólo es un mundo percibido.
Debemos empezar con lo físico, lo biológico,
para ir hacía lo psicológico, porque lo biológico, él, es anterior. Uno es, uno
nace, en un real biológico, y a partir de ahí, adviene lo psicológico.
Cierto que hay una herida narcisista por
nuestro orgullo humano: nos devuelven a conflictos muy arcaicos, conflictos de
territorio, alimento, reproducción, etc. Y manteníamos de buena gana la
sensación de tener problemas sentimentales, espirituales o intelectuales…
Freud hablaba de tres heridas narcisistas:
con Galileo, la tierra ya no es el centro del mundo; con Darwin, el hombre ya
no es el centro de la creación, sino el producto de una evolución; con Freud y
el descubrimiento de lo inconsciente, el Yo ya no es dueño en su propia mora.
Hoy se puede añadir una cuarta herida
narcisista: el humano como predeterminado por su realidad biológica, se
mantiene anclado en su fundamento biológico. Se queda a ras de tierra.
El hombre está en esta realidad a la vez
mineral, animal, humana, espiritual. Para sobrevivir, necesita darse cuenta de
su realidad básica.
Necesita alimentarse, beber: igual que el
animal, necesita un territorio y reproducirse. Por cierto, es algo más que
animal, vegetal y mineral. Pero si no respeta esta realidad, este fundamento,
si su animal no puede vivir, muere. Es el sentido de la pirámide de las
necesidades de Maslow
-el
animal necesita pastar, reproducirse.
-el
ser humano necesita una cocina y relaciones sexuales.
-El
Cristo comparte el Pan, y el Vino; pide amar y tener discípulos en el mundo
entero.
Siempre se habla de la misma realidad, pero a
niveles diferentes. En el mundo espiritual, el hombre ya no vive gracias a los
conflictos: está en lo inmediato del presente.
Christian
Fleche
hola me encanto el articulo
ResponderEliminareso si tengo una duda
uno al enfermarse es por un conflicto biológico
eso se puede tomar como psicosomático?
muy interesante tus datos.
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