Durante los nueve meses de mi gestación, cuando sólo era un
feto, todos mis sentidos ya estaban
despiertos y tuve conocimiento de todo lo que mi madre, mi padre y la gente
alrededor mío pudieron verbalizar.
Del mismo modo, podía sentir las emociones, los “estados de
ánimo” de éstos, en particular mi madre con la cual entretenía lazos
privilegiados e intensos.
El modo en que puedo haber interpretado lo que oí o sentí
durante este período tendrá una repercusión sobre mis comportamientos en el
porvenir.
Por ejemplo, puedo haber tenido la sensación de que “hice
padecer a mamá” durante el parto cuando, frecuentemente, ella misma contribuyó
a aumentar el nivel de dolor por su ansiedad, sus miedos y también por el hecho
que revivía inconscientemente su propio nacimiento el cual pudo haber
sido muy doloroso.
Pude interpretar también que a causa de mí, casi se
murió mi madre. Entonces arrastraré toda mi vida este sentimiento de
culpabilidad “de haber hecho daño a mamá” y lo volveré a vivir de cara a otras
personas.
Además, el modo en que se desarrolló mi nacimiento o
los medios utilizados para facilitar éste influenciarán también comportamientos
que reproduzco en mi vida de cada día y que hacen precisamente referencia al modo
en que se produjo mi nacimiento.
A continuación, algunas situaciones más frecuentemente
encontradas:
Si nací prematuramente, frecuentemente manifestaré
impaciencia: quiero haber terminado una tarea antes de haberla empezado.
Además si estuve colocado en incubadora durante
cierto período de tiempo, frecuentemente volveré a vivir la misma soledad
profunda y una sensación de vivir impotencia frente a ciertas situaciones o
ciertas personas, lo cual me lleva a aislarme y a tener un nivel de energía muy
bajo.
Puedo vivir un sentimiento de rechazo intenso por el hecho
que tuve la sensación que mi madre me dejó después de mi nacimiento.
Al contrario, si nací con retraso, voy a tener
dificultad en ser puntual y a entregar
los trabajos a tiempo. Tomo mi tiempo y me siento frecuentemente desbordado en
las cosas por hacer.
También me gusta que las cosas estén hechas a mi modo. Podré
demostrar agresividad frente a las personas que quieren hacerme sentir culpable
de mis retrasos, porque tendré la sensación que estoy retrasado debido a
acontecimientos exteriores.
Un nacimiento que debe estar provocado frecuentemente
significa que no estaba listo para nacer; entonces puedo vivir muchas
frustraciones que me acompañarán a lo largo de mi vida. También puedo desarrollar
una desconfianza para con mi entorno.
Si mi madre necesitó una anestesia para ponerme al
mundo, puedo tener tendencia a dormirme en cualquier momento y “anestesio” la
realidad, no percibo claramente e interpreto los sucesos a mi modo, según los miedos
que entretengo.
Si me encuentro con el cordón umbilical alrededor del
cuello, me siento “ahogado” por la gente o las situaciones. Puedo ser más
frágil a nivel de garganta, tengo dificultad en expresarme, en comunicar simple
y afirmativamente. Tengo tendencia a sentirme “cogido a la garganta”.
Patrick Drouot mencionó en uno de sus libros que un fuerte
porcentaje ( más del 60%) de personas nacidas con el cordón umbilical alrededor
del cuello tuvieron consciencia durante regresiones que en una u otra de sus
vidas pasadas habían sido colgadas.
Si nací por cesárea, generalmente tengo dificultad en
llevar mis proyectos a término; un esfuerzo prolongado y constante me es
difícil. El desánimo me invade fácilmente. También puede que tenga la sensación
de que la vida o la gente me tratan injustamente o, si se quiere, que no tengo
el justo pago por los esfuerzos que cumplo para realizar una tarea. “Devolved a
Cesar lo que es de Cesar!”
Si nací por el asiento, frecuentemente vivo
culpabilidad, en particular porque tengo la sensación de hacer padecer a la
gente alrededor mío. Retengo mucho y tengo dificultad en soltar y hacer
confianza. Entonces vivo mucha tensión interior.
Todo lo que vivo es difícil y parece durar una eternidad.
También podré tener la sensación de sentirme limitado en mis
acciones y en mis proyectos.
Es como si la gente y las circunstancias de la vida se las ingeniaran
para que ceda en nuevas acciones que quiero emprender.
Si la utilización de forceps se reveló necesaria,
éstos tomando y protegiendo mi cabeza para facilitar mi expulsión durante mi nacimiento,
puede que padezca dolores de cabeza, dolores en el cráneo y tenga la sensación
de encontrar muchas dificultades en mi vida, en particular al principio de un
proyecto o de una nueva relación.
Tendré la sensación de que deberé “aguantar” las
circunstancias que se presentan para llevar a bien mi nuevo proyecto o mi nueva
relación.
Nacimiento de nalgas, muestro mi identidad sexual al mundo
Puedo preguntar a mis padres los detalles de mi nacimiento.
El mero hecho de tomar consciencia de la dificultades vividas en ese momento me
ayudará a comprender y a cambiar los comportamientos que derivan de él y pueden
disgustarme.
PARTO
El parto es
quizás una de las experiencias de transición más traumatizantes que exista para
el niño que nace. Es un fenómeno natural; yo, como mujer, entrego al niño a
quien llevo.
Los dolores del parto
pueden estar conectados a diversos miedos, sobre todo los de sufrir y de
dar a luz, al dolor acumulado con relación a mi propio niño interior.
Las dolencias o
los sufrimientos también pueden proceder del hecho que el niño que va a
nacer me recordará constantemente la
realidad y la responsabilidad que quiero tener con relación a mi niño interior.
Puedo alimentar
inquietudes frente a esta parte mía compuesta de mi carne y de mi sangre de
quien tomo la responsabilidad.
En esta
situación, como en muchas otras, el parto trae diversas creencias más
o menos
fundadas, por ejemplo, el que hay que sufrir para parir.
Lo cual no
necesariamente es verdad, sobre todo en los planos de consciencia superiores.
Los dolores pueden más bien traer en mí, sobre todo inconscientemente, el
recuerdo doloroso de haber pasado del mundo de la luz al mundo más limitativo
de la materia en un cuerpo físico.
Varias preguntas
pueden brotar también:
¿Qué pasará
después del nacimiento de este hijo?
¿Seguiré siendo
tan deseable para mi cónyuge?
¿Soy una buena
madre?
¿Tiene mi hijo
todo lo que necesita?
¿Es posible que
no desee dar a luz porque estoy en un estado de felicidad, amada y más
mimada por mi cónyuge?
De cualquier
modo, dar a luz es una experiencia formidable.
Permite mostrar
realmente mi habilidad a enfrentarme a los momentos de Transición y cambios futuros. Tengo fe
sabiendo que tengo toda la fuerza y la
energía
necesarias para traer mi hijo al mundo y cuidarme de él adecuadamente.
El aborto
espontáneo es un paro del embarazo antes del día 180 (6,5 meses aproximadamente)
de gestación.
En general, se
hablará de aborto en el caso de interrupción voluntaria del embarazo
Cuando el aborto
es espontáneo, es decir cuando se trata de la pérdida no provocada del
feto, se hablará entonces de aborto espontáneo.
Cuando tengo un aborto
espontáneo, me pregunto para saber quien deseaba un hijo, yo o mi cónyuge.
Inconscientemente, tengo miedo que el niño a nacer cambie mi vida de pareja, mi
trabajo, mis costumbres.
Temo no poseer
las cualidades necesarias para ser una buena madre y esto puede remontar a
momentos vividos en mi propia infancia.
Puede también
que el alma que debía encarnarse haya cambiado de idea. Entonces debo quedarme
abierta al nivel corazón y poner en marcha las energías necesarias para
resolver esta situación “inmadura”; sino, los embarazos futuros corren el
riesgo de ser complejos e incompletos.
Amor,
responsabilidad y respeto mutuo de los cónyuges (si se da el caso) son los
sentimientos esenciales que deben manifestarse si quiero que mi hijo llegue a
término.
Un parto
prematuro es el que tiene lugar entre la semana veintinueve y treinta y
ocho de la ausencia de las reglas.
Cuando sucede
éste, puede que no me sienta suficiente madura para llevar a este hijo a
término y que desee de un modo no consciente, librarme de él antes que llegue a
término.
Puede que
quiera rechazar” inconscientemente a
este hijo, igual que yo misma puedo sentirme rechazada a veces.
La angustia,
incluso inconsciente, de tener que asumir una responsabilidad para la cual no
estoy lista, o el hecho de no sentirme
preparada, puede hacerme “desear ardientemente dar a luz lo antes
posible” para acabar con esta angustia de la espera.
De todos modos,
que quiero terminar con esta angustia o que reniegue de este hijo, este estado
de consciencia se niega conscientemente.
Me imagino el guión, yo, una mujer que
renegase conscientemente a mi hijo? Es posible, pero esta situación se
transforma la mayoría del tiempo en rechazo inconsciente de esta maravillosa
experiencia.
De cualquier
modo, acepto que todo sucedió
para lo mejor, para mí y para el niño por nacer.