Nuestro organismo
conserva la memoria de los acontecimientos de nuestra vida que tienen lugar
según los ciclos tales como ciclos de la memoria de un duelo, de un accidente,
etc.
Este ciclo es
espacio-temporal. Un recuerdo se activa (pluri) anualmente. El día del
aniversario de… es como si el cerebro se acordase, es como una relectura
inconsciente del acontecimiento traumatizantes pasado.
El sentido biológico
de esta relectura es proporcionar, mediante la puesta en situación del
acontecimiento, una oportunidad extra para aportar una solución diferente y más
adecuada. No olvidemos que sobrevivir es ante todo cosa de adaptarse y que
debemos cambiar, aportar soluciones, a lo vivido por nuestro clan, a través de
nuestra descendencia.
La biología con el cerebro como intermediario
desarrollará su programa sin ningún estado de ánimo, debe ser así.
En la naturaleza todo pasa o ¡se rompe! Todo el que no se adapta, desaparece.
Cuando durante un
hecho que nos marca, un conflicto no es resuelto, puede generar un ciclo, y
este acontecimiento o la misma coloración conflictual en diferentes
acontecimientos es revivida en el doble de la edad del primer estrés.
Por ejemplo, un
conflicto ocurrido a los 5 años de edad, y no resuelto, tendrá tendencia a
reproducirse a los 10 años, los 20 años, los 40, los 80, si sigue sin
resolverse.
Uno de los signos que
nos conduce a explorar este tipo de ciclo es el desfase entre el acontecimiento
y el síntoma. Si un hecho más bien menor conlleva una gran patología, podemos
sospechar que hay una reactivación de un antiguo conflicto importante, no
resuelto y escondido.
Es como si un reloj biológico interno, que
recordase todo lo que hemos vivido, y sin necesidad de que tengamos que pensar
en ello conscientemente, nos sacara de nuevo de lo vivido este tipo de
conflicto para que podamos arreglarlo.
Como decía C. G. Jung:
“Todo lo que no
remonta a la consciencia, vuelve en forma de destino”
Así como:
“Aquello que el yo no
consiguio incorporar, es patógeno”
Hay que destacar que esta inclinación del
ser a reproducir las mismas actitudes en el doble de la edad, se verifica tanto
para los choques como para los acontecimientos positivos.
La toma de consciencia de estos esquemas de
repetición es la primera terapia, y la mayoría de las veces es suficiente para
parar el proceso.
LAS SECUENCIAS DE LA VIDA Y LA EDAD DE AUTONOMÍA
Otro elemento aportado por Marc FRECHET,
que también se presenta en términos de ciclo biológico y memoria celular, está
ligado a la edad de autonomía. A partir de cierta edad, ciertas fechas, el ser
cambia su relación con el mundo exterior.
Con esta tónica, el paso de la vida
intrauterina a la vida aérea es la primera autonomía. En el útero el ser vivo
es totalmente dependiente de la madre para satisfacer sus necesidades, oxígeno,
nutrientes, temperatura. A partir del nacimiento, debe respirar por sí mismo,
aprenderá a alimentarse por su propia boca. En ese instante empieza el ciclo de
la vida, abandona el recinto maternal.
Una vez adulto, “abandona su padre y su
madre”, impuesto por la
Génesis. Gana por sí mismo con qué comprar la comida y se
lava los calcetines… deja el recinto
familiar.
Marc Frechet describió la edad de autonomía
como la edad en la cual somos capaces de “cazar el mamut” solos, en otras
palabras, podemos conseguir por nosotros mismos satisfacer nuestras necesidades
alimentarias. Para él es el criterio más importante. Si una joven cambia de
dependencia, de depender económicamente de sus padres a su marido, entonces el
cambio de dependencia (a través del matrimonio) es el criterio. Lo mismo si nos
incorporamos a la armada o a una comunidad religiosa.
Encontramos
esta realidad en el reino animal. Los osos, por ejemplo, la madre defiende
ferozmente su progenie. Durante la infancia de los ositos, la madre tiene un
grito específico para advertirles del peligro. Al oír este grito, los pequeños
se refugian en un árbol y no vuelven a bajar hasta que escuchan otro grito específico
de la madre indicándoles que el peligro pasó.
Cuando la madre sabe que los ositos son
biológicamente autónomos, ella misma corta el vínculo, corta el cordón
umbilical por segunda vez. Emite la señal de peligro: los osos suben al árbol y
ella se va definitivamente.
En cuanto a los osos, subidos al árbol,
esperan la segunda señal para bajar. Están en estrés, en fase conflictual. Hay
un peligro, y aun confían en la madre (exterior) para solucionar el conflicto.
En ese momento, deben pasar de su referencia externa a la interna. Deben tener
confianza en sí mismos, para dejar de sentirse en el miedo, no para pasar al no
miedo sino sentirse en seguridad. La independencia es iniciativa de la madre,
luego será del oso, que ya no es un osito. Al cruzar esta tercera fase,
desciende del árbol para buscar alimento, dormir, reproducirse, etc. No es raro
que esta transición sea mal vivida y que el oso sufra una pequeña depresión.
A menudo es difícil darse cuenta de su edad
de independencia: muchas personas, por ejemplo, se van de casa y vuelven años
más tarde, o bien, trabajan pero viven con los padres, o viven en su propio
piso pero la madre les prepara la comida… Son personas que tienen dificultades
en hallar su autonomía, y es una primera información muy importante. Cuando la
autonomización es mal vivida o difícil, puede que sea propicio ir a buscar la
dificultad de la madre en “soltar” a sus hijos.
El periodo entre el nacimiento y la edad de
autonomía (generalmente entre 16 y 31 años) forma un recorrido que representa
el primer bucle del ciclo. A partir de la autonomización empieza un segundo
bucle, en el cual la persona repasará las mismas etapas, rehará el camino para
revivir aquello que fue mal vivido, finalizar lo que no se terminó. Aquí
también, un reloj biológico inconsciente repite la situación para que podamos
arreglar lo que quedó suspendido.
Muy buen artículo, y muy útil a la hora de biodecodificar.
ResponderEliminarEs increíble como lo descrito en este articulo toma relevancia cuando tratamos a nuestros consultantes, por la certeza de la repetición de los eventos con tan solo un elemento que surja del mismo en la vida cotidiana de esté y que no se haya resuelto oportunamente, teniendo nosotros como terapeutas la responsabilidad de consientisar del sentido del programa biológico que se activa a nuestro consultante para de esta manera resolver el asunto que le llevó a consultarnos.
ResponderEliminar