Tenemos la creencia culturalmente que
la enfermedad es algo “malo” a lo que hay que temer y erradicar, cuando se trata simplemente de una respuesta que el cerebro da para la supervivencia del individuo,
de su clan y de la especie.
Se trata de un cambio de paradigma, de visión; comprender la enfermedad de esta manera, y
saber que hay una serie de leyes que hasta hace poco eran desconocidas, nos da
la posibilidad de mejorar en cualquier proceso de enfermedad e incluso
curarnos.
El comprender el funcionamiento y los fundamentos de esta visión científica,
es primordial para que la persona cambie su visión acerca de la enfermedad,
comprendiendo que la dolencia no es una desgracia, algo negativo, sino más bien
que se trata de una solución de supervivencia que da su cerebro, y que puede
eliminarse si desaparece el conflicto que la originó, se trata de hacerlo
consciente y cambiarlo para que el estrés psíquico desaparezca.
Todo conflicto emocional tiene su
origen en una necesidad básica que no ha sido satisfecha, ya sea de alimentación, de reproducción, de no haber
podido defender el territorio, una necesidad de valorización, o necesidad de
comunicación, de identidad y de
pertenencia.
Estos conflictos biológicos son
arcaicos, básicos y se corresponden a nuestras 4 necesidades básicas biológicas:
·
sobrevivir (comer, respirar,
eliminar, reproducirse)
·
protegerse (tener cobijo, abrigo)
·
desplazarse (movilizarse para
satisfacer las necesidades)
·
comunicarse (relacionarse con otros seres)
Estas
conductas han ido desarrollando los seres vivos en la antigüedad,
servían para sobrevivir, y en la
actualidad, se activan en las situaciones estresantes que atravesamos cuando
tenemos conflictos que no podemos
resolver.
Cuando pasamos por una situación que
emocionalmente no pudimos resolver dentro de un plazo razonable para las leyes
naturales, esta emoción queda en nuestro inconsciente; puede tratarse de una
pérdida inesperada, una separación afectiva, la muerte de alguien querido, un
diagnóstico terminal, un accidente, una quiebra económica, una situación
ofensiva inesperada, un despido del trabajo, etc.
El no encontrarle una solución a este
conflicto, hace que el cerebro tome el mando y lo resuelva ejecutando programas
biológicos de supervivencia, que la propia naturaleza diseña de manera
inteligente desde hace millones de años para este tipo de necesidad, esta
inteligencia biológica la compartimos con los animales: la necesidad de
alimentarse puede ser real o puede ser simbólica, de la misma manera la
necesidad de contacto, de desplazarse, de explorar, de relacionarse, también
puede ser real o simbólica, entonces, si no consigo
satisfacer esa necesidad (alimento, relación, cobijo, desplazamiento, etc.), la
solución demandante es el síntoma, la enfermedad, es la manera
sustitutiva que tiene el cerebro de suplir esa necesidad, ya sea por
falta o por exceso, el cerebro no puede
estar mucho tiempo en estrés, porque supone un gran gasto de energía:
cuando no hay una solución externa a esa
necesidad, hay una solución interna.
Identificando cual es nuestro conflicto
biológico, podemos resolverlo y deducir
conscientemente qué necesidad tenemos
que satisfacer ya sea emocional o física.
El cerebro no distingue entre lo real y
lo imaginario, por ejemplo si como un
alimento y me intoxico, la solución biológica será generar más ácido de lo
normal en el estómago porque entonces de esta manera, se optimiza la función de
digerir; de la misma manera, si alguien me insulta, o me dice algo
desagradable, la solución biológica será exactamente la misma, más ácido de lo
normal para “digerir” ese “alimento indigesto”, siempre depende de cómo yo viva
emocionalmente el conflicto, de la interpretación que le de a lo que me
pasa y la carga emocional que se movilice.
Cada parte del cuerpo busca satisfacer
su función; alimentarse, oxigenarse,
eliminar, reproducirse, procesar líquidos, protegerse, comunicarse, etc.
Si por ejemplo quieres comer realmente y no puedes en un tiempo determinado, se produce un bioshock.
Si tenemos miedo de no poder
alimentarnos o alimentar, y no encontramos una solución a ese miedo, se
producirá el mismo bioshock.
Ante ese shock que genera un conflicto de estrés donde no se encuentra
aparentemente una solución inmediata, el
cerebro dará la orden de hacer un síntoma, como solución y autocuración involuntaria del conflicto.
Con lo cual, es
importante preguntarse y tomar consciencia, ante una enfermedad o síntoma:
¿Para qué mi biología se
expresa con este síntoma? ¿qué mensaje me está dando mi cuerpo con este
síntoma?
¿Qué conflicto
psicológico desencadenó la enfermedad?
¿Qué necesidad no fue
cubierta y originó el síntoma?
¿Cómo hacer para
desactivarlo, que tengo que hacer o dejar de hacer para desactivarlo,
resolverlo?
¿Para qué me sirve esta
enfermedad?
¿Qué me impide hacer, qué
me obliga a hacer?
¿Qué beneficios obtengo
gracias a esta enfermedad?
¿Qué cambió en mí y en mi entorno, a partir de la
enfermedad?
Es importante tener en cuenta que
el programa biológico de una enfermedad
determinada puede incluso provenir de un conflicto no resuelto en el
árbol genealógico del individuo,
especialmente cuando una persona expresa una enfermedad antes de los siete años
de vida (el propósito de este suceso tiene directa relación con la evolución de
la especie entera, ya que la genética se ocupa de volcar los progresos y los
pendientes de individuo en individuo a través de la reproducción).
También se puede programar la enfermedad
en el vientre materno y esto también lo contempla la Bioneuroemoción por medio
del Proyecto Sentido.
Para saber mas sobre el tema tenemos disponibles online: