Los pensamientos
positivos por sí solos no logran la curación física en todos los casos.
Se necesita algo más
que «pensamientos positivos» para mantener el control de tu cuerpo y de tu
vida.
Es importante para tu
salud y tu bienestar que cambies tu forma de pensar y te concentres en los
pensamientos vitales y positivos, además de eliminar los siempre presentes y
extenuantes pensamientos negativos.
Pero, el mero hecho
de pensar en positivo no tiene por qué provocar un cambio en nuestras vidas.
De hecho, en ocasiones
la gente que «fracasa» a la hora de tener pensamientos positivos se vuelve más
débil, ya que cree que su situación es irremediable: cree que ya ha agotado
todos los remedios mentales y físicos.
Hay que comprender
que la parte consciente y la parte subconsciente de la mente, son
independientes.
La mente
subconsciente, procesa alrededor de veinte millones de estímulos por segundo (frente
a los cuarenta que interpreta la mente consciente en ese mismo tiempo)
La mente consciente
es la creativa, la que puede conjurar los «pensamientos positivos».
Por el contrario, El
subconsciente, es uno de los procesadores de información más poderosos que se
conocen, examina con detenimiento el mundo que nos rodea y las señales
internas; percibe las condiciones del entorno y reacciona de forma inmediata
seleccionando un comportamiento previamente (aprendido) y todo sin la ayuda, la
supervisión o siquiera la conciencia de la mente consciente.
La mente
subconsciente es estrictamente maquinal; repite las mismas respuestas a las
señales vitales una y otra vez.
¿Cuántas veces has
montado en cólera por algo tan nimio como encontrarte un tubo de pasta de
dientes abierto?
Aprendiste desde niño
a poner el tapón con mucho cuidado. Cuando encuentras el tubo de pasta abierto,
se te «cruzan los cables» y montas en cólera de forma automática. No es más que
una sencilla reacción estímulo-respuesta del programa de comportamiento
almacenado en el subconsciente.
En lo que se refiere
a la capacidad de procesamiento neuronal, la mente subconsciente es millones de
veces más poderosa que la consciente.
Si los deseos de ésta
entran en conflicto con la programación del subconsciente, ¿cuál de las dos
crees que ganará?
Puedes repetir una y
otra vez la afirmación positiva de que eres encantador o que tu cáncer
remitirá.
Pero si de niño
escuchaste una y otra vez que no sirves para nada y que estás enfermo, esos
mensajes programados en el subconsciente socavarán tus mejores esfuerzos
conscientes por cambiar tu vida.
Las conductas o
comportamientos reflejos pueden ser tan simples como el hecho de estirar la
pierna cuando te dan golpecitos con un martillo en la rodilla o tan complejos
como conducir un coche, te metes en el coche, lo pones en marcha y revisas sin
darte cuenta la lista de la compra mientras el subconsciente se encarga de
activar todas las complejas habilidades necesarias para conducir sin problemas
por la ciudad, sin que tengas que pensar ni una vez en cómo se conduce.
Conduces mientras
mantienes una conversación con la persona que se sienta a tu lado y estás tan
absorto en la charla que en algún punto de la carretera te das cuenta de que
llevas cinco minutos sin prestarle atención a la conducción.
Si tú no estabas
conduciendo el coche durante ese lapso de tiempo, ¿quién lo hacía? ¡La mente
subconsciente! Aunque tú no estuvieras pendiente, el subconsciente ha conducido
tal y como le enseñaron a hacerlo durante las clases de conducción.
Aunque las respuestas
condicionadas pueden ser particularmente complejas, son «descerebradas».
Durante el proceso de
aprendizaje condicionado, las rutas neurales establecidas entre los estímulos y
las respuestas se estructuran para asegurar un patrón repetitivo. Estas rutas
son los «hábitos».
Los humanos y cierto
número de mamíferos superiores han desarrollado una región especializada del
cerebro asociada con el pensamiento, la planificación y la toma de decisiones
llamada corteza prefrontal.
Esta región del
cerebro es en apariencia el asiento de la mente consciente es un «órgano
sensorial» de evolución reciente que observa nuestros comportamientos y
emociones.
La mente consciente
también tiene acceso a la mayor parte de los datos almacenados en nuestro banco
de memoria a largo plazo.
Éste es un rasgo
importantísimo, ya que nos permite considerar la historia de nuestra vida
cuando planeamos nuestro futuro de forma consciente.
Con esta habilidad de
ser autorefleja, la mente consciente puede observar y programar nuestros
comportamientos, evaluados y decidir cambiar la programación de forma
deliberada. Podemos decidir cómo reaccionar a la mayor parte de las señales del
entorno, incluso si queremos reaccionar o no.
La capacidad de la
mente consciente de obviar la programación del subconsciente, es la base del
libre albedrío.
No obstante, hay que
prestar mucha atención, ya que en caso contrario la programación subconsciente
toma las riendas; es una tarea difícil, como puede atestiguar cualquiera que
haya puesto a prueba alguna vez su fuerza de voluntad. La programación
subconsciente se hace con el control en el momento en que la mente consciente
se descuida.
La mente
subconsciente funciona mediante el estímulo-respuesta; no existe en esa parte
de la «maquinaria» “algo” que reflexione sobre los resultados a largo plazo de
los programas que ponemos en marcha.
La capacidad del
cerebro humano para «aprender» ideas es tan avanzada que no necesitamos una
experiencia directa, podemos adquirirlas de forma indirecta a través de
maestros.
Una vez que aceptamos
las ideas de otros como «verdades», dichas ideas se graban en nuestro cerebro y
se convierten en nuestras «verdades».
Aquí es donde surge
el problema: ¿qué ocurre si las ideas de nuestros maestros no son acertadas?
En esos casos, los
cerebros se llenan de ideas erróneas.
El subconsciente
funciona sólo en el «ahora». En consecuencia, los conceptos erróneos de nuestro
subconsciente no son «monitorizados» y suelen llevarnos a comportamientos
desacertados y coartados.
Sí, los conceptos
«controlan» la biología, pero, como ya hemos visto, estos conceptos pueden ser
ciertos o falsos. Así pues, deberíamos ser más precisos y referimos a estas
ideas como «creencias».
¡Las creencias
controlan la biología!
Un ejemplo muy
conocido de como una creencia afecta a nuestra biologia es el efecto placebo
Todos los estudiantes
de medicina saben, que la mente puede afectar al cuerpo. Saben que algunas
personas mejoran cuando creen (de forma equivocada) que están recibiendo un
tratamiento médico.
Cuando los pacientes
mejoran tras recibir una pastilla de azúcar, la medicina lo define como «efecto
placebo», el «efecto de las creencias», es un testimonio extraordinario de la
capacidad de sanación de la unión cuerpo-mente.
Cuando la mente
mejora la salud mediante la sugestión positiva, se le denomina efecto placebo.
Por el contrario, cuando esa misma mente está llena de pensamientos negativos
que pueden deteriorar la salud, los efectos negativos producidos se conocen
como «efecto nocebo».
En medicina, el
efecto nocebo puede ser tan poderoso como el efecto placebo, algo que deberías
tener muy en cuenta cada vez que entres en la consulta de un médico. Los médicos
y terapeutas pueden enviar mensajes desesperanzadores a sus pacientes con sus
palabras o sus gestos, también las creencias que pueda tener el paciente sobre
el diagnostico medico que está recibiendo, pueden ser decisivas, si recibimos
un diagnostico de cáncer y nuestro subconsciente tiene la programación cáncer =
muerte, “ automáticamente se genera una sentencia, “me voy a morir” y esta
creencia instalada en el subconsciente, va a invalidar todos los esfuerzos
conscientes de sanación.
Los problemáticos
casos de efecto nocebo sugieren que los Médicos, los padres, los profesores,
etc., pueden robarte la esperanza
haciéndote creer que no puedes hacer nada.
Tanto
si crees que puedes como si crees que no puedes … tienes razón.
(Henry Ford.)
Tus creencias actúan
como los filtros de una cámara, cambiando la forma en la que ves el mundo. Y tu
biología se adapta a esas creencias.
Cuando reconozcamos
de una vez por todas que nuestras creencias son así de poderosas, estaremos en
posesión de la llave a la libertad.
Tus creencias se
convierten en tus pensamientos, tus pensamientos se convierten en tus palabras,
tus palabras se convierten en tus actos, tus actos se convierten en tus
hábitos, tus hábitos se convierten en tus valores, tus valores se convierten en
tu destino.
Libro: La biologia de la
creencia de Bruce Lipton.